jueves, 18 de agosto de 2016

El deportista más grande que se convierte en leyenda


Deportistas destacados en la actualidad o en la historia que quedarán recordados en los libros de los récord Guinness por sus numerosas medallas obtenidas, hay muchos. Logros impresionantes a los que pocos pueden alcanzar, también.
Podemos enumerar una lista de deportistas que hicieron del deporte, algo sagrado, una ofrenda como premio a los espectadores que los observaban realizar sus disciplinas. Nombres inolvidables, que quedarán escritos en la memoria, recordados por su país natal, agradeciéndoles su participación y su logro que le amerita un podio en lo más alto.

De los más conocidos mundialmente, podemos mencionar en una lista a Larisa Latynina, la gimnasta, es una de las máximas ganadoras de medallas en los Juegos Olímpicos, con 18 en su cuenta propia. Paavo Nurmi, fallecido, por cierto, alias “el finlandés volador” por la velocidad que alcanzaba en su trayectoria, logró alzarse con 12 medallas. Mark Spitz, el nadador estadounidense, alcanzó el máximo logro obtenido para su país, al conquistar 7 medallas de oro en una sola edición. No sólo eso, sino que alcanzó 11 medallas en su cuenta personal, siendo 9 de oro. Por último, se puede mencionar como histórico a Carl Lewis y a Emile Zatopek, ambos atletas, éste último recordado por siempre como el atleta que corría descalzo a una velocidad difícil de alcanzar. 
Pero claramente, el que quedará como el mejor deportista del mundo, es, sin lugar a dudas, Michael Phelps, condecorado como el máximo ganador de la historia de los Juegos Olímpicos, adjudicándose 28 medallas en su cuenta personal, 23 de oro y entre sus logros, como uno más en esta lista innumerable de medallas obtenidas, fue en Beijing 2008, cuando superó la marca récord de su compatriota Mark Spitz, al conquistar 8 medallas de oro en una sola edición, algo nunca visto. Con sus 18 medallas olímpicas, Larisa Latynina, es la única atleta que logró alcanzar una cifra récord, hasta que apareció Phelps, por cierto, la gimnasta vigente en esta edición de Río 2016, pero que pocos creen que pueda alcanzar al nadador estadounidense.



Refugiándose en el agua de las constantes discusiones de sus padres, encontró su vocación. Atravesando miles de problemas, logró siempre salir a flote. Pasó la infancia en la escuela, dura, criticado como “raro” por todos sus compañeros y protagonista del sufrimiento del bullying. Sufrió una grave enfermedad denominada como “gigantismo” por su metro 93, en donde las manos sobrepasan la posición de sus rodillas.



Ganador de 23 medallas de oro, 28 en su totalidad, siendo el máximo ganador de la historia de los Juegos Olímpicos, Michael Phelps, el oriundo de Maryland, nacido en el barrio de Towson en Estados Unidos, decidió colgar la toalla o en la jerga natatoria, su bañador. Conocido como el “Tiburón de Baltimore” por su semejanza con el animal acuático de las aguas turbias, a sus 31 años, el estadounidense abandona el deporte en su mayor apogeo.


Ningún deportista quiere retirarse, pero si esto ocurre, quiere hacerlo de una forma que salga a la perfección y el pez en el agua de Phelps, no tuvo mejor idea que retirarse en estos Juegos Olímpicos, en donde, a pesar de sus lesiones y de sus pensamientos sobre retirarse para siempre de la natación, decidió continuar. Cuando se tienen muchas lesiones, todas las cosas que pasan por la cabeza surgen de una manera negativa, no hay vuelta atrás, nada te detiene en esa decisión tan rígida y difícil de querer seguir pero a la vez no poder. Michael Phelps, por esto y por todo los logros inalcanzables, es el mejor deportista del mundo actualmente y me atrevo a decir que es uno de los mejores de la historia del deporte. No sólo porque decidió seguir cuando sus piernas no le daban más, ni cuando fue sometido a la prueba de dopping en la anterior edición de los Juegos Olímpicos, por su velocidad inexplicable en el agua como si estuviera corriendo una maratón, sino porque nos enseña que querer es poder y que no hay récord que no se pueda batir.


El tiburón de Baltimore es un ejemplo de lucha, donde nunca hay que retroceder y mucho menos, tirar la toalla. Este deportista con un talento nato, se retira para convertirse en inmortal, alguien al que nadie va a olvidar, al que todo deportista envidia y disfruta a la vez de verlo nadar, porque es algo mágico lo que hace en el agua. El estadounidense nos abandona para convertirse en leyenda, en el dios del olimpo.


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